Читать книгу Morir sin permiso онлайн

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—Pues no lo sé, la verdad, es que no sé por qué accedí, tenía muy claro que jamás volvería a verlo y mire usted ahora, soy una…

—Shhhh, por favor, no continúe por ahí, le diré que no es usted la única que cae en el embrujo de las palabras de sus ex, maltratadores. Suelen llegar con aquellas palabras que hacen tambalear el poder de las convicciones. Son inteligentes y manipuladores. Por favor, no se castigue. Eso sí, le pido que haya aprendido una importante lección. Como ha podido observar, esto puede perjudicar a terceras personas.

Maite permaneció en comisaría un par de horas prestando declaración. Estaba sumida en un mar de dudas.

No sabía si acercarse de nuevo al hospital o ver a Óscar al día siguiente, ya como profesional incorporada a su puesto de trabajo. Entendía que le debía una explicación a su madre y deseaba acompañarla si fuera posible y ella se lo permitiese. Al salir de la comisaría, en la misma puerta, llamó por teléfono a Radio Taxi y se dirigió de nuevo al Hospital Universitario Príncipe de Asturias.

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