Читать книгу Un viaje en el tiempo онлайн

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Al comenzar en invierno –con la idea (fallida) de cruzar el Estrecho sobre hielo–, la carrera se desarrolló en terribles condiciones climáticas. No había carreteras, y las pocas rutas que sí existían, frecuentemente, eran intransitables. Los conductores, a menudo, iban por las vías del tren, pero, como estaba prohibido usar las vías en sí, montaban el vehículo a horcajadas entre los rieles, saltando sobre los durmientes. Recorrieron grandes distancias a campo traviesa, mucho antes de los días de la tracción a cuatro ruedas; y tuvieron que empujar el auto o tirar de él para desatascarlo de la nieve y el barro. Y más de una vez, caminaron hasta el alejado poblado más cercano a buscar combustible o materiales para reparar el vehículo.

El equipo estadounidense del corredor Montague Roberts, y el conductor y mecánico George Schuster fueron los ganadores de la carrera, con un auto de la Thomas Motor Company de Buffalo, Nueva York. El Thomas Flyer costaba 4.000 dólares, pesaba 2.268 kilos con carga, y podía alcanzar una velocidad de 95 kilómetros por hora, algo sorprendente para un automóvil en aquella época. La hazaña nunca ha sido igualada. George y sus compañeros, ya fallecidos, siguen teniendo el récord mundial más de cien años después.

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