Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн
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Jillian comenzó a usar drogas para intentar adormecer la culpa y vergüenza que sentía. Llegó a estar tan deprimida que consideró suicidarse. “Me impacta que Dios nunca me haya abandonado. A veces creemos en un Dios de guantes blancos, pero para rescatar a alguien como yo, seguro se ensució las manos. Él comenzó a decirme cuánto me amaba y mi vida comenzó a cambiar”. Aunque fue un proceso lento y difícil, Dios restauró completamente la vida de Jillian.
“Ahora sé muy bien quién es el Dios del que canto. ¡Créeme que te ama incondicionalmente! Aunque estés pasando por algo muy doloroso, él no se ha olvidado de ti. Él se especializa en [salvar a] la gente imperfecta. Ahora puedo hablarles a los que pasan por situaciones similares y decirles que tenemos una esperanza: Cristo Jesús. Él ama. Él perdona. Él restaura, redime y rejuvenece”.
Señor, te agradezco porque tu amor nunca jamás me abandonará. Tú arrojas mi vergüenza y mi pecado a las oscuras profundidades del mar. Tú me abrazas, me perdonas y sanas mi vida. ¡Aleluya!