Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн

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Con la llegada de su cuarto hijo, se ve un cambio en Lea: ella comienza a mirar a Dios como la fuente de su identidad y autoestima. Por esto llama a su hijo Judá, que significa “alabanza”. ¡Este es un cambio radical! Lea rompe con el antiguo paradigma y deja de pensar que el amor o el desamor de su marido establece su valor como persona. Lea se centra en Dios y dice: “Esta vez alabaré a Jehová”.

Muchas somos como Lea. Creemos que el cariño y la aprobación de los demás son el veredicto de nuestro valor como personas. Competimos buscando validación, pero el amor incondicional que necesitamos solo proviene de Dios.

Jesús, no quiero competir con mis hermanas. El amor, la validación y la aceptación que busco, no las puedo ganar. Tú las ofreces gratuitamente. Rindo las armas de la competencia y me arrodillo a tus pies.

13 de febrero

Penina


“El enojo es cruel, y la ira es como una inundación, pero los celos son aún más peligrosos” (Prov. 27:4, NTV).

Honestamente, lo más difícil no es que Dios no nos otorgue aquello por lo que oramos hace años: un compañero para la vida, un buen trabajo, salud o hijos. No, lo más difícil es ver a Penina obtenerlo todo (1 Sam. 1:2). Lo más duro es sentir que Dios sí responde las oraciones de otras mujeres, mientras que pareciera ignorar las nuestras. Lo más doloroso es pensar que somos menos importantes, a menos que logremos ganarle a esa rival, a la Penina de nuestra vida.

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