Читать книгу Sin miedos ni cadenas. Lecturas devocionales para damas онлайн

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La competencia y la comparación con otras mujeres surgen cuando ponemos el peso de nuestra identidad sobre cualquier otra cosa que no sea la Piedra angular. Como explica la autora Susan Barash en Tripping the Prom Queen [La zancadilla a la reina del baile de graduación], el problema radica en que “nuestra definición de nosotras mismas está ligada a nuestra percepción de otras mujeres. Nos miramos a través de comparaciones. […] Nos cuesta vernos a nosotras mismas como individuos separados, con destinos propios. […] [Pensamos que] somos exitosas en las áreas en que nuestras madres fracasaron; ganamos cuando otras mujeres pierden. No podemos imaginarnos teniendo éxito o fracaso por nuestra propia cuenta; solo en comparación con otras mujeres”.

La Biblia tiene muchos ejemplos de mujeres que compitieron entre sí, mujeres rivales: Sarah y Agar, Raquel y Lea, Evodia y Síntique. Sus historias reflejan la marea tóxica que la comparación y la competencia traen a nuestra vida. Pero la Biblia ofrece un mejor camino, el que recorrieron Rut y Noemí, el que anduvieron María y Elisabet. Como explica la autora Bethany Jenkins en Women, We’re Co-Workers, Not Competitors [Mujeres: somos compañeras, no competidoras], “cuanto más aceptemos nuestra identidad fundamental como cristianas, más capaces seremos de ver a otras mujeres como colegas, y no como competencia”.

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