Читать книгу Club de brujas. Una guía de inicio al Tarot y la Astrología онлайн
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–¡Ayelén!
La puerta se entreabrió. Un ojo castaño se asomaba.
–Contraseña. –Mel resopló.
–¿Contraseña? ¡Qué se yo!
–Contraseña –insistió la otra.
–¿“Rowling está cancelada”? –dudó Mel.
–No.
A lo lejos, otro aullido de lobo.
–O me roban, o me comen los hombres lobo, Aye, ¡por favor!
Persuadida por sus ruegos, Ayelén abrió la puerta, dejándola pasar. Cerró con llave y corrió los tres pasadores. Más allá de los licántropos, seguía siendo Buenos Aires.
–Desinfección. Cerrá los ojos –le dijo Ayelén, alzando un rociador. Y agregó–: Perdón, tengo el Sol en casa seis.
–No hay problema. Tengo tres planetas en Virgo, la desinfección es mi estado natural.
Mel esperó a que la rociara de pies a cabeza con alcohol, e hizo un par de movimientos estrambóticos para secarse en el aire. Luego, se apresuró a ir a lavarse las manos. Siempre le había gustado el baño de esta casa: la grifería tenía gárgolas de bronce.
–Linda túnica –comentó la otra, mientras Mel dejaba su bolso en un costado.
–Gracias, es de Avellaneda –respondió la otra, sacudiéndose el polvo de las faldas–. ¿Cuál era la contraseña?