Читать книгу Ni una boda más онлайн

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A veces pasaba una semana entera sin que Benjamin le pusiera atención y encima la criticaba por distraída. Con el tiempo, ella se enfadaba, y entonces él se disculpaba y tenía algún gran detalle para tranquilizarla y le daba una falsa sensación de seguridad.

Por eso yo ya terminé con el tema de los hombres.

Nada de volver a caer en sus trucos. No, no, no.

Violet se concentró en las pegatinas multicolores que había descubierto en Etsy. El plan original era comprar plantillas de esténcil, pero encontró unos puntos de vinilo brillantes, caprichosos y del tamaño perfecto.

–Disculpa… –escuchó, seguido de una rasposa voz que decía “Se llama Violet”.

–Disculpa, Violet –por el rabillo del ojo vio aproximarse las brillantes uñas en las manicuradas manos de la dama de honor rubia–. ¿Podría pedirte tu opinión sobre algo?

Despacio, Violet volteó hacia la mesa donde estaba el grupo que organizaba la boda. Cuatro pares de ojos estaban sobre ella, pero por alguna razón, su mirada se dirigió al único par de ojos masculinos. Bajo esa luz, no podía decir si eran color avellana o verde, ¿y qué importaba eso?

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