Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

400 страница из 1361

Me sentí conmovido. Temblaba cuando pensaba en las posibles consecuencias de aceptar, pero creí que había una parte de justicia en su argumentación. Su relato y los sentimientos que ahora expresaba demostraban que era una criatura de emociones delicadas; y yo, como su hacedor, ¿no debía proporcionarle toda la felicidad que estuviera en mi mano concederle? Él percibió el cambio en mis sentimientos y continuó.

—Si consentís, ni vos ni ninguna criatura humana nos volverá a ver jamás. Me iré a las vastas selvas de América. Mi alimento no es como el de los hombres; yo no mato a un cordero ni a un cabrito para saciar mi apetito. Las bellotas y las bayas me proporcionan suficiente alimentación. Mi compañera será de la misma naturaleza que yo y se contentará con lo mismo. Haremos nuestro lecho con hojas secas; el sol nos iluminará como a todos los hombres y madurará nuestros alimentos. Estáis emocionado. El cuadro que os presento es amable y humano, y debéis sentir que solo os podríais negar haciendo uso de una tiranía y una crueldad caprichosas. Aunque habéis sido despiadado conmigo, veo compasión en vuestros ojos. Permitidme que aproveche este momento favorable y os persuada para que me prometáis lo que tan ardientemente deseo.

Правообладателям