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John, que se sentía un hombre importante ante su futuro empleo, replicó:

―Déjalas de mi cuenta, mamá. Pienso como el abuelo, que por mucho que nos esforcemos en lo contrario debemos ser lo que Dios y la Naturaleza de cada cual han dispuesto antes. Ir contra estos designios o inclinaciones suele ser perjudicial. Hemos de procurar desarrollar lo bueno y combatir lo malo pero siguiendo una inclinación interna.

―Pero es que ellas…

―Mi consejo, mamá, es que dejes a Daisy que sea feliz a su manera, no en la forma que tú desearías lo fuese. Si Nath, a su vuelta, nos demuestra que se ha portado como un hombre digno, lo mejor, creo yo, sería decirles: «Que Dios os bendiga, hijos». Y que cuidasen de preparar su nido. En cuanto a Jossie, entre tú y yo, con más tiempo por delante, trataríamos de averiguar si está llamada para la escena o para el hogar.

―Estoy de acuerdo en lo de Daisy. Ella está enamorada y parece que él también. Si en su presencia se porta dignamente, ¿qué remedio me quedará que dar mi consentimiento? Mi prohibición actual es para que pongan a prueba la firmeza de sus sentimientos.


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