Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн
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―Y de Jossie, ¿qué me dices?
―Me dará quebraderos de cabeza, eso es seguro. Aunque me gusta la escena como a nadie, temo por ella. La vida de actriz encierra muchos peligros.
―¿Qué mal hay en que Jossie sea actriz? Ella tiene unos principios inmejorables. Es buena a toda prueba.
―¿Y si se cansa de esa vida de las tablas, donde no todo es gloria y honores, cuando sea demasiado tarde para empezar otra?
―Déjale que pruebe. Tú y yo seremos sus guardianes y mentores. Además ―añadió John sonriendo― tu prohibición sería una paradoja. ¿No vais a interpretar una obra, Jossie y tú, escrita para vosotras por tía Jo?
―Confieso que me ilusiona la representación y también que Jossie sea actriz, pero… ¡En fin, lo pensaré una vez más!
Aquella noche llegó Jossie con su sobrecito para John.
―Ha llegado la mensajera del dios Amor ―exclamó teatralmente.
―¿Ésa eres tú? ―preguntó John con sorna.
―Así es. Y te traigo un valioso mensaje ―con coquetería añadió―: Es de Alicia. ¡Alicia!
John enrojeció, aunque procuró aparentar frialdad.