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Introducción

Debatiendo el nuevo terreno

[Los] Estados Unidos [...] han dejado de ser nuestros socios privilegiados. Ahora el socio privilegiado para América Latina es China.

Ricardo Patiño, exministro de Asuntos Exteriores de Ecuador1

Desde el inicio de la década que inauguró el presente milenio, cuando la mayor parte de la región aún no se recuperaba del estallido de la burbuja puntocom en los EE. UU. y de la profundización de dicha recesión a causa de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington D. C., China se convertía en un actor mucho más importante en América Latina y el Caribe (ALC). Aunque el crecimiento en ALC estaba por los suelos en 2001, esta tendencia se revirtió casi de la noche a la mañana (figura I.1). Quiso la Madre Naturaleza que la región de América Latina dispusiese de las materias primas que China precisaba para propulsar hacia una etapa más madura su modelo de desarrollo de alto crecimiento basado en exportaciones. Bajo el impulso de la voraz demanda de China, se dispararon los precios del petróleo, del cobre, del mineral de hierro, del grano de soya y de la harina de pescado (tabla I.1). Para Sudamérica en particular, la década que corre entre los años 2003 y 2013 se convertiría en la más grande lotería de las materias primas. La tasa de crecimiento promedio anual para la región en su conjunto fue de 4,8 por ciento entre los años 2003 y 2013: casi el doble de su tasa histórica2. Aunque ciertamente hay más elementos en esta historia que el simple auge de China en América Latina, la demanda comercial y el suministro de capitales provenientes de China han ayudado a facilitar el crecimiento económico en ALC desde el inicio del nuevo milenio.

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