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¿Es China simplemente un amigo oportunista?
En este punto, se ha vuelto costumbre recitar de paporreta la información que confirma que la relación entre China y ALC es mucho más que un capricho pasajero. De hecho, en el prefacio recurrí a ese enfoque relámpago. Ahora, permítaseme replantear el argumento que recorre todo el libro. China, pese a proyectar la imagen de un inmenso Estado asiático desarrollista, enfrenta graves limitaciones en cuanto a recursos naturales. Lo más apremiante son sus urgentes necesidades de alimentar a la población doméstica más numerosa del planeta y de adquirir los recursos para impulsar la que pronto será la más grande economía a nivel mundial. Por necesidad, China ha internacionalizado su estrategia de desarrollo. Lo que empezó como la promoción de Deng Xiaoping de la estrategia de «reforma y apertura» del Partido Comunista de China (PCCh) a finales de la década de 1970, ha evolucionado gradualmente hacia un modelo de desarrollo que se basa en la incorporación de EE selectas, ricas en recursos y ubicadas en África, el Sudeste Asiático y, cada vez más, en América Latina. Esta estrategia internacionalizada de desarrollo ha sido posible gracias a la acumulación por parte de China del más alto nivel de reservas en divisas, que en marzo de 2019 se ubicaba en US$ 3,09 billones. El estatus singular de China como EE que a la vez ostenta abundancia de capitales refleja su tenaz búsqueda de un modelo de desarrollo impulsado por las exportaciones –muy parecido a las estrategias empleadas por Japón y Corea del Sur en el pasado–, basado en una enorme reserva de mano de obra barata, bajo consumo doméstico, una moneda subvaluada y, en el caso de China, enormes economías de escala. Sin embargo, al igual que en Japón y Corea del Sur, este enfoque ha llegado a su fin en China. Con los resultados variados y la saturación de la inversión doméstica en grandes proyectos industriales y de infraestructura, los gestores de políticas y empresarios en China actualmente se ven en apuros para encontrar un uso más productivo y eficiente para esos fondos. En momentos en que los bancos multilaterales de Occidente se enfocan en la reducción de la pobreza y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, China ha entrado a financiar proyectos que llenan brechas cruciales de infraestructura en otras EE como parte de su propia estrategia internacionalizada de desarrollo (Gallagher, 2016).