Читать книгу Lecciones sobre la Analítica de lo sublime: (Kant, Crítica de la facultad de juzgar, § 23-29) онлайн
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Tal es entonces el aspecto de la reflexión que he nombrado «heurística». Gemelo con el aspecto tautegórico, viene a transformar en paradoja legítima la aparente aporía de un pensamiento, el pensamiento crítico, que puede anticipar sus a priori. Por ello este parece poder escapar a muchas objeciones que le han sido hechas, en particular del lado del pensamiento especulativo. Pero dejo eso de lado.
6. La anamnesis
Mejor insistamos en dos observaciones. La primera es que este «momento» reflexivo no debe entenderse como si tuviera su lugar en una genealogía. Las condiciones a priori que son por ejemplo las categorías del entendimiento o las formas de la intuición son a priori de derecho, pues para «existir» no han esperado que el pensamiento reflexionante las engendre a partir de sus comparaciones subjetivas. Además de que ellas no han existido jamás y no existirán jamás, en sentido propio, ellas son «siempre ya» eso a lo que es preciso apelar para legitimar la pretensión de un juicio de conocer su objeto. El problema planteado en el Apéndice es el de saber cómo su uso legítimo puede ser descubierto y no cómo son en sí mismas engendradas. Por ello es que la reflexión, asegurando esta tarea, cumple una función que no es constitutiva, sino heurística. Más bien que de una genealogía, es necesario entonces ver en este momento reflexivo el movimiento de una anamnesis del pensamiento crítico en sí mismo, interrogándose sobre su capacidad de descubrir el buen uso de los lugares trascendentales que ha determinado en la «Teoría trascendental de los elementos» que forman la Estética y la Lógica. Estamos por ello incitados a especular que a medida que el pensamiento crítico va a alejarse de estos lugares seguros de la síntesis que son las formas de la intuición y las categorías del entendimiento (con los esquemas), es decir que se va a separar del examen de las condiciones a priori del conocimiento, el aspecto tautegórico de la reflexión vendrá a manifestarse más. Veo en eso signos en la más fuerte incidencia de operadores tales como la regulación (en la «Idea reguladora», o el «principio regulador»), la guía (en el «hilo conductor»), la analogía (en el «como si»), que no son categorías, sino que podemos identificar como tautegorías heurísticas. Gracias a estos curiosos «operadores subjetivos», el pensamiento crítico se da y descubre procedimientos de síntesis que no están sellados en el dominio del conocimiento. Sólo puede obtenerlos reflexivamente, mientras los inventa de acuerdo con su sentimiento, dejando legitimar enseguida la validez objetiva. Si esta apreciación es correcta, diremos que después de la teoría de los elementos de la primera Crítica, el timbre anamnésico del texto kantiano se da a escuchar mejor a medida que el pensamiento crítico se acerca más a objetos tan poco cognoscibles (strictu sensu) como, en primer lugar, las ideas de la razón teórica, enseguida la ley moral, luego el gusto y el sentimiento sublime, y finalmente el juicio histórico-político. Para estos objetos del pensamiento crítico, la sola disipación de una anfibiología debida a una falta de domiciliación de la facultad no es suficiente cuando es necesario descubrir el buen uso de sus condiciones a priori de posibilidad.