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Todos los materiales mencionados anteriormente han sido detectados en los códices del grupo Borgia, el grupo de manuscritos prehispánicos más relevante en términos comparativos, ya que desafortunadamente carecemos de un códice prehispánico de la Cuenca de México (Miliani et al. 2012; Domenici et al. 2014; Domenici, Miliani, y Sgamellotti 2019; Domenici et al. 2020; Buti et al. 2018). Un análisis científico de los colores usados en la Matrícula de Tributos, cuyo año de composición es debatido, sería, obviamente, de gran interés comparativo para poder determinar el grado de afinidad material con el Códice mendocino (véase Gómez Tejada 2021). Significativamente, estos mismos materiales fueron usados para pintar el Códice borbónico, el manuscrito colonial temprano de la Cuenca de México, cuya paleta no muestra ninguna evidencia clara del uso de innovaciones tecnológicas coloniales (Pottier et al. 2019).

Aparte de estos materiales tradicionales, el Códice mendocino contiene también algunos colores que merecen una discusión más detallada, ya que calificarlos de tradicionales o innovadores es controversial. El primero es el oropimento (trisulfuro de arsénico), detectado (también como parte de los verdes) solamente en la parte 1 y 2 (pero debido al limitado número de puntos medidos tenemos que ser extremadamente cautelosos al excluir su uso en la parte 3). Hemos detectado este color amarillo inorgánico en los códices Laud, Fejérváry-Mayer, Cospi verso y Nutall recto, así demostrando más allá de cualquier duda su uso en la pintura prehispánica de códices (Miliani et al. 2012; Domenici et al. 2014; Domenici, Miliani, y Sgamellotti 2019; Domenici et al. 2020; Buti et al. 2018). No obstante, su uso parece haber sido bastante restringido, tanto espacial como cronológicamente. Por un lado, los códices Laud, Fejérváry-Mayer y Cospi verso, que también comparten rasgos temáticos y estilísticos específicos y distintivos, presumiblemente fueron pintados en una misma región, probablemente en el área de Tehuacan (Álvarez Icaza Longoria 2014); el Códice Nutall, a pesar de haber sido pintado presumiblemente en el área de Tilantongo en la región mixteca, muestra semejanzas tecnológicas y estilísticas con los códices mencionados anteriormente, tal vez reflejando algún tipo de interacción prehispánica a lo largo de la actual frontera entre Puebla y Oaxaca. Por otro lado, el hecho de que el oropimento solo aparece en los lados más tardíos de los códices Cospi y Nutall sugiere que su introducción en la paleta de los pintores fue un fenómeno relativamente tardío en la época prehispánica. Debido a la falta de manuscritos prehispánicos provenientes de la Cuenca de México, no sabemos si el oropimento fue allí usado por pintores antes de la conquista, pero su ausencia en los códices Borgia, Cospi recto, Vaticanus B y Borbónico —este último del periodo colonial temprano— parecería sugerir que este no fue el caso. Si esta hipótesis es correcta, el uso de oropimento en el Códice mendocino debería ser interpretado como una innovación colonial que llevó al uso extendido de oropimento en los manuscritos coloniales de la Cuenca de México después de 1550, como es el caso del Códice de la Cruz-Badiano, el Mapa Beinecke y el Códice florentino (Zetina et al. 2011; Newman y Derrick 2012; Giorgi, Chelazzi, y Magaloni Kerpel 2014).

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