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le empujó y le arrastraba.

―Socorro ―grita el cangrejo

que estaba asustado

creía que estaba solo

pero ella ha llegado.

La sardina a su lado

enseguida le decía

―Deja de gritar así

que aún no es de día.

Los demás están durmiendo

pero a uno ha despertado

al terrible tiburón

que pasaba por su lado.

―¿Quién no me deja dormir?

―ahora está diciendo

y con sus ojos abiertos

al cangrejito está viendo.

La sardina que es muy lista

enseguida le decía

―Encógete una patita

―y él deprisa lo hacía.

El tiburón que miraba

la patita no le vio

y como no le gustaba

nadando él se marchó.

―Ya puedes seguir nadando

―la sardinita decía

el pequeño cangrejito

casi no se lo creía.

―Dime lo que ha pasado

―pues él no lo comprendía

que el tiburón aquel

se fuera y no se lo comía.

―Es que ―dice la sardina

porque ella lo sabía―,

al tiburón no le gustas

―y a reír se ponía.

―Dime, dime sardinita

que aún no has terminado

¿qué le pasa al tiburón?

¿por qué no me ha tragado?

―Sé que un día de pequeño

a ese gran tiburón