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El Padre Esteban Uriburu nos alentó y nos dio una imagen de la Madre y Reina de Schoenstatt para que nos guiara. Hacía poco -a su paso por Brasil- se la había dado Don João Pozzobon. En nuestro Santuario del Hogar, la coronamos como Reina del Rosario y le pedimos que regalara a muchos la gracia de rezarlo y de vivirlo. Pronto gran cantidad de jóvenes y de familias, se entusiasmaron con la propuesta. Encendidos por esta victoria de nuestra Reina, decidimos consagrarnos a ella en el Santuario como instrumentos suyos “para rezar, vivir y llevar su Rosario hasta los confines del mundo”. Ese mismo día surgió la inspiración de pedir a Don João veinticinco imágenes peregrinas para enviarlas a toda América, como portadoras del Rosario vivido en alianza, como lo propone el Padre Kentenich. Un año y medio después, la Campaña del Rosario de la Virgen Peregrina de Schoenstatt había llegado a los cinco continentes.

Cuando viajamos a Santa María, Brasil, para buscar las imágenes, conocimos a Don João. En su heroica vida de esposo, padre de familia, hombre de trabajo y apóstol, vimos plasmadas las expectativas que el Padre Kentenich ponía en el Rosario rezado y vivido. Descubrimos en él un modelo a seguir que encarnó este camino de Alianza.

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