Читать книгу La ruralidad que viene y lo urbano. Un despertar de la conciencia онлайн

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Según Mumford, la ciencia debería centrarse en las comunidades locales y las regiones en particular y sus problemas, para introducir en ellas una jerarquía definida de valores humanos, porque allí es donde deben aplicarse los conocimientos. Esto significa que lo que requerimos no es la ciencia en sí, sino una ciencia instrumental al servicio de la comunidad y de los más necesitados; una eutopía fundamentada en la ciencia como un instrumento adaptado a las necesidades humanas.

La ciencia es valiosa si sus investigaciones pueden aplicarse en una comunidad en particular, en una determinada región, y se ocupan de lo real (la ciencia como sistema al servicio del hombre), no como un pasatiempo o como un idolum arbitrario, como señala ese autor. El tema persigue la humanización de la ciencia y sus resultados; el conocimiento, más como una herramienta que como un motor. Mumford nos recuerda también una directriz esencial: sin sueños, los avances de la ciencia pueden ser ingobernables.

No se trata de poner el deseo por encima de la realidad, como lo hicieron los utopistas clásicos, sino de construir sobre la realidad, reinventando lo que se ha construido consciente o inconscientemente. Esto implica promover una especie de reconstrucción creativa, concepto que puede asimilarse con el que usó Joseph Schumpeter de “destrucción creativa”, el cual aplicaba perfectamente al surgimiento del capitalismo donde la idea de la innovación era clave en los procesos disruptivos de transformación. Algunos han sugerido que el autor finalmente era pesimista con respecto a la sostenibilidad de un proceso de esa naturaleza, pues debilitaba los marcos mismos del desarrollo capitalista.

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