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Con la guerra civil todo aquello cayó en el olvido y no fue hasta 1970 que un militar, comandante de artillería, llamado Gonzalo Quintanilla retomó los estudios en la zona.

He visto una foto reciente de los petroglifos y justo encima de ellos alguna imbécil ha grabado el nombre Luisa Rojas.

En 1936 el Padre Tuñón fue afortunado. Tomó vacaciones en el mes de julio y volvió a Pola de Lena, donde le sorprendió el estallido de la guerra. Es probable que de no haber sido así hubiera alargado la lista de los dominicos asesinados en Ocaña. De todas maneras estuvo preso durante tres años. Según cuenta Mely:

…aún no sabemos cómo logró salir de ésa. Cuando terminó la guerra lo liberaron y no abandonó el oficio religioso. Volvió de pleno a su carrera en la parroquia de Ocaña.

No es difícil imaginar la impresión que habrá causado en el ánimo de José María Tuñón la noticia del asesinato de tantos compañeros de pupitre y de vocación, muchos de ellos sin duda amigos suyos.

Más tarde lo trasladaron a Ontígola, y allí permaneció durante catorce años. En esa parroquia encontró a su gran amigo Jesús Santos, también religioso.

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