Читать книгу Puliendo lentes. La consciencia en el proceso terapéutico онлайн

5 страница из 12

Y me encontré de arranque nomás con una fiesta de autores y corrientes que van subiendo a escena en un gran despliegue a lo largo de la obra: Spinoza, Rogers, Gendlin, Husserl, Heidegger, Bateson, Kurt Goldstein, Antonio Damasio, Merleau–Ponty, Roger Bartra, Allport, Freud, Jung, Fritz Perls, Levy Moreno, W. James, David Bohm, Bergson, Buber, Teilhard de Chardin, Nietzsche, Sartre, Kropotkin, Eugenio Carutti, Freud, Hobbes, Maturana, Francisco Varela, Viktor Frankl, Bauman, Byung–Chul Han, Mircea Eliade, Campbell, Budismo Zen, Taoísmo, y la lista sigue.

En este fluir vital que los autores proponen son muchas las vivencias que me invaden, los pensamientos que me surgen, las preguntas que me hago. Por lo pronto, la dinámica por ellos presentada me trae a la memoria un cuento coreano que alguna vez leí en un libro compilado por Jean–Claude Carrière. La historia hablaba de un amnésico que iba de camino con un bonzo al que hartó, preguntándole a cada momento su nombre y su destino. Pasaron la noche en la misma habitación del albergue, y a la mañana siguiente, un poco para vengarse de tan insufrible compañía, el bonzo despertó antes, se puso las ropas de su compañero y se marchó. Cuando el amnésico se levantó, se vistió con lo que encontró y al mirarse al espejo se dijo: “¡Oh!, he aquí al bonzo que estaba conmigo ayer, pero y yo, ¿dónde estoy? Es absolutamente necesario que me encuentre”. Y partió en su propia búsqueda. ¿Por qué asocio el cuento con la lectura de este texto? Porque –sin llegar obviamente al extremo del amnésico–, creo que cada lector/a, si quiere realmente aprehender lo que está leyendo (como en otros casos escuchando o viendo), tendría que “olvidar” de alguna manera lo ya conocido, “vaciarse”, para hacer lugar a los nuevos aprendizajes; y Andrés y Leo provocan esto con mucha maestría.

Правообладателям