Читать книгу El secreto de la tierra y los primeros dioses онлайн
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Encontrándose con arqueros eficientes y soldados imparables, el rey de Ur tuvo que enfrentar además a las enormes bestias de la isla de Rugiet: tigres y leones enormes de diferentes razas que, con sus afilados y enormes colmillos, devoraban y despedazaban sin piedad a los hombres, quebrando y penetrando en sus armaduras como si fueran papel.
El apoyo de los pueblos que habitaban el norte fue clave durante la batalla en defensa de la muralla. Hombres salvajes y feroces, sin miedo a la muerte, pelearon con valentía para defender a sus familias y la tierra que los vio nacer.
Sucedió entonces, que luego de dos días de enfrentamiento, los soldados de Ur empezaron a perder la esperanza, frustrados por no lograr su cometido.
—¡Señor, debemos retirarnos! —gritó agitado el general Seodher, mientras luchaba desesperadamente en su intento por aniquilar a todo aquel que encontraba en su camino.
—¡No! —respondió furioso el rey Sephnas, con tono enérgico y determinante, poco acostumbrado a obedecer una idea que no naciera de él.