Читать книгу Segunda virginidad онлайн

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Buenas noches, mi cielo. Que sueñes con los angelitos.

Tú también.

La mamá le manda un beso tronado, deja el libro y el celular en el buró de mármol que acaba en una pata de dragón y se encamina al baño, el cabello en una cola larga rebota arriba de su figura delgada, senos operados, nalgas trabajadas de gimnasio diario.

Isabela dice otro buenas noches a su papá. Recostado, en bata y pantuflas, ve un documental de animales; despeinado, todo canoso pero no está viejo, el pelo se le ve bien con las cejas gruesas de cebra y con las sobras musculares de cuando fue campeón de slalom en sus años de juventud en Canadá, antes de heredar campos agrícolas del desierto de Sonora. Isabela pasa por la sala apagada, el recibidor apagado, el jardín negro, la alberca iluminada.

Dos hermanos están sentados en la barra de la cocina, cada uno con su celular.

¿Con quién estabas?, le pregunta uno, antes de la primera mordida dura y luego mullida a una manzana.

Con Rebeca, miente Isabela, y toma un vaso para servirse agua fría.

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