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Véase aquí la importancia que daban los mayas a creer y reconocer que dioses supremos los habían formado; si no lo hacían, perecerían, y todos los hombres de madera perecieron por medio de un diluvio universal;58 todo fue destruido, hasta la misma creación que los dioses habían hecho. Luego hubo una tercera creación del ser humano usando nuevas sustancias, llamadas tzite para el hombre y espadaña para la mujer, pero también ambos perecieron.

Fue hasta la cuarta creación que los dioses mayas tuvieron éxito; hicieron a los humanos de “carne, hueso e inteligencia”. Este tercer elemento es nuevo en la creación, esa inteligencia que les iba a dar la facultad de reconocer a los dioses como sus creadores. Los dioses crearon cuatro hombres: Balám Quitzé, Balám Acab, Mahucutah e Iquí Balám. Balám Quitzé habló a los dioses y les agradeció. En su agradecimiento, los dioses notaron que eran muy listos y tuvieron miedo que supieran tanto como ellos mismos; temían que esa cuarta creación pudiera envanecerse, y reformaron los deseos de los hombres. Posteriormente, los dioses le hicieron las mujeres a los hombres, para que no estuvieran solos. La historia cuenta muy pintorescamente cómo los dioses hicieron a la mujer: “Durmieron a los machos y mientras dormían crearon a las hembras. Junto a ellos las pusieron desnudas y quietas… cuando los machos despertaron, las vieron con regocijo, porque en efecto eran hermosas. Al mirarlas tan esbeltas, de piel tan lustrosa y tersa y de tan placido aroma, se sintieron llenos de alegría y de complacencia y las tomaron por compañeras”.59

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