Читать книгу Nuestra asignatura pendiente онлайн

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—Para que siempre encuentres el camino a casa —logró decir antes de que ella se alejara y lo dejara solo.

Kyle la siguió con la mirada y fue testigo del momento en el que abrió el puño y miró lo que le acababa de dar: una preciosa brújula antigua de bronce.

A pesar de que ya era su turno, se giró para mirarle. Milly asintió y articuló una palabra que entendió a la perfección y le hizo cosquillas en el alma: Volveré.

—Por favor, señorita, tiene que depositar todas sus pertenencias en la bandeja —la apresuró la guardia de seguridad encargada de atenderla, una mujer de evidente procedencia india que la trató con amabilidad a pesar de lo lenta que iba.

Emily guardó la brújula en el bolso y obedeció sin rechistar.

Después de pasar el escáner con éxito, y ya desde el otro lado del control de seguridad, donde solo podían acceder los pasajeros, Milly volvió a mirar a Kyle. Él le sonrió con cierta ternura y alzó la mano a modo de despedida. Esa imagen se le quedó grabada en la retina durante horas.

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