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La observación de las especies nos ha permitido comprender estas funciones y, aun sin saber mucho de la biología de cada una —edad, crecimiento, épocas reproductivas—, podemos indicar cómo viven y qué estructuras usan para desplazarse en el medio acuático. Sabemos también de la diversidad de conductas y despliegues únicos que emplean para resolver problemas diarios para alimentarse o escapar de los depredadores [23].

Los peces siempre han estado sujetos a múltiples peligros, como cuando los cazadores recolectores se las ingeniaban para pescar usando anzuelos de cactus, cedales, pesas de huesos e incluso arpones de hueso, durante el periodo arcaico (10.000 años ca.) [19, 20]. En la actualidad, las formas de pesca son cada vez menos selectivas. Cañas de pescar, redes de distintos tamaños, dinamita y el arpón de mano usado para el buceo autónomo y semiautónomo, se suman a otras amenazas como el desarrollo de la zona costera con poca planificación, la construcción de puertos, la contaminación por plásticos y microplásticos, los relaves mineros, la extracción de unos de sus hábitats principales, como las macroalgas pardas y la alta demanda para su consumo [24, 25]. Todos estos desafíos han aumentado de forma casi exponencial (una palabra que no necesita mucha explicación hoy en día) en los últimos cincuenta años. Estos riesgos para los peces y sus ecosistemas nos invitan a tomar medidas para la conservación de este importante grupo de vertebrados y su hábitat, y también para buscar formas de vida que congenien el respeto por la naturaleza y por los servicios que esta nos entrega. Para ello necesitamos usar el conocimiento. Hoy, apenas el 1% de los peces incluidos en este libro recibe algún tipo de manejo o administración directa [26, 27]. Una forma de cuidarlos es a través de áreas marinas protegidas. Podríamos resguardar parte de la costa y de los arrecifes donde los peces duermen, viven, comen y se reproducen. En el sistema de la corriente de Humboldt apenas custodiamos un 2% de ella, es decir, un porcentaje muy pequeño de la costa está protegido para las poblaciones naturales. Otra forma de transitar hacia un manejo y pesca sustentable —complementaria a las áreas marinas costeras protegidas (AMCP)—, es establecer medidas de forma participativa, involucrando a los diferentes actores claves, como pescadores artesanales, recreativos, científicas(os) y amantes de la naturaleza (ver bibliografía 27), con recomendaciones de captura y uso. En este libro mostramos recomendaciones en tal sentido, que apoyan dicho objetivo. Si no se toman medidas de inmediato, es probable que nunca más veamos muchos de los peces que aquí aparecen.

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