Читать книгу Transpersonalismo y decolonialidad. Espiritualidad, chamanismo y modernidad онлайн

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El hecho de que nunca se pusiera énfasis en los EAC como un paradigma otro silenciado (y muchísimo menos se resalte a los sistemas de pensamiento polifásicos tradicionales que los incluyen como “decolonizadores mentales per se”) es parte de la dificultad misma del “desprendimiento” y de alumbrar ideas “fronterizas”. Ninguno de estos intelectuales ha tenido experiencias sostenidas y profundas en tal sentido, y la matriz moderna aún se refleja en muchos académicos (favorables o no a estas posturas sociológicas), a través de prejuicios eurocentrados, desinformación y sospechas monofásicas, al decir de Laughlin. Por otra parte –ya hemos insistido en esto–, los intelectuales “transpersonalistas” (y varios famosos escritores del “ambiente de los psicodélicos” como vulgarmente se alude sobre todo en Europa y Estados Unidos) por supuesto tienen la experiencia transformadora, que los ha hecho revalorizar los diferentes beneficios de una regulada alterconciencia. Sin embargo, casi todos ellos piensan y sienten desde el Norte global (¿modernidades alternativas?). No afirmo que no sean progresistas, y entiendo que sus vidas han sido profundamente sacudidas de lo más pernicioso de la episteme moderna, siendo pioneros y adalides en modificar ciertas visiones occidentalistas, pero el locus de enunciación, los colores, ethos y habitus de las oficinas y los laboratorios del saber superior de Estados Unidos y la Europa imperial, no son iguales al locus de enunciación, los colores, ethos y habitus de las historias locales de las oficinas del saber “subalterno” y “subdesarrollado”, y están claramente alejados años luz de una realidad como la wichí del noroeste argentino, por poner un ejemplo, cuyos sabios vegetalistas y maestros del éxtasis casi han desaparecido, al tiempo que sus niños mueren desnutridos en un monte saqueado, talado y devastado por un silencioso, negado y continuo genocidio estatal y de la “globalización neoliberal”. Al “transpersonalismo” le hace falta un cruce con el “giro decolonial” para politizar sus descubrimientos, estudios y acciones. A la vez, sus representantes neuroquímicos son quienes menos en serio toman a la sabiduría originaria. Se fascinan con las estructuras de los enteógenos que investigan, desechando desde su moderno conocimiento hegemónico, universalizado, y parcializado, las interpretaciones de los verdaderos dueños de aquellas medicinas, “por su apego al pensamiento mágico”. No todos los “desprendimientos”, “fronteras”, y “localismos” son iguales. Probablemente porque todos estamos navegando en un confuso vacío posmoderno, aun peligrosamente cerca de la colonialidad moderna, y muy, muy lejos de la esperanzada transmodernidad postulada por Enrique Dussel.

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