Читать книгу Mercados del lujo, mercados del arte. El gusto de las elites mediterráneas en los siglos CIV y XV онлайн

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ssss1La prevención de los clientes ante la colaboración de los ayudantes del pintor o del escultor en las obras contratadas han dejado un interesante rastro documental. En 1345, por ejemplo, el rey advirtió a Aloi de Montbrai que no dejara trabajar a sus ayudantes en un encargo áulico sin estar presente (J. M. Madurell Marimón: «El Palau Reial Major de Barcelona. Recull de notes històriques», Analecta Sacra Tarraconensia, 12 (1936), p. 504, nota 62). Varios contratos pictóricos insisten en que ciertas partes sean de la mano del maestro principal. Es el caso del que suscribe Guillem Leví en 1396: «fazer e obrar las caras de todas ymagenes del dito retaulo e del dito banquo con mis propias manos» (M. Serrano Sanz: Documentos…, op. cit., RABM, 32 (1915), p. 149). En 1459 se indica lo propio en el contratado por Juan Rius (ibidem, p. 159, doc. XV). Bartolomé Bermejo en el retablo de Santo Domingo de Silos para Daroca (1474) en el que trabajó con Martín Bernat, entonces su escudero, admite que «será acabado de la mano del dito maestro [Bermejo]» (ibidem, RABM, 34 (1916), p. 493, doc. LXXI). En los pactos para el retablo de Huerto (Huesca) que Martín de Soria firmó en 1475 se lee: «sean las testas de mano de maestro […] de manera que las dichas testas tengan aquella perfeccion que an de tener» (ibidem, RABM, 33(1915), p. 424). Un contrato de 1457, suscrito por Juan Rius y Martín de Soria, es aún más explícito que los anteriores: «Item por quanto el dito retablo poria seyer pintado por algunos aprendices, es concordado que todas las cosas que por mayestros se devan acabar, que aquellas se ayan de pintar e acabar por los ditos pintores e no por otra persona alguna, es a saber todas las ymagenes e otras cosas que pertenecen a mayestros fazer según dito yes» (M. C. Lacarra: Blasco de Grañén, pintor de retablos (1422-1459), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2004, p. 227, doc. 35).

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