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–Buenos días Dr. Fraser –dijo la primera mujer mientras le tendía la mano–. Me llamo Mary Scott y haré de intérprete para Dean y Tracey.

Al ver la cara de sorpresa del Dr. Fraser, añadió:

–Dean y Tracey son sordomudos. Pueden entenderle porque saben leer los labios, pero me han pedido que venga para asegurarme de que usted también los entiende a ellos.

Los otros dos visitantes dieron un paso adelante y le dieron la mano al Dr. Fraser.

–Hola –dijo Dean con la entonación típicamente confusa de los sordomudos.

El Dr. Fraser devolvió el saludo y les señaló los sofás donde solía llevar a cabo sus consultas. Cuando todos estuvieron sentados, continuó la conversación. Estaba frente a Dean y Tracey mientras les preguntaba qué podía hacer por ellos, pero no dejaba de mirar en dirección a Mary.

Dean habló primero. Emitió unos cuantos sonidos pero el Dr. Fraser no entendió nada de lo que decía. Dean usaba simultáneamente el lenguaje de signos y, después de unos momentos, hizo una pausa para que Mary lo aclarase todo.

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