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¿UNA ELECCIÓN DIFÍCIL?

John Harris, un experto en ética, propone una serie de ejemplos para ilustrar que el hecho de permitir el diagnóstico preimplantacional en algunas circunstancias pero no en otras es un disparate. Imaginemos que una mujer tiene seis embriones disponibles y se han de implantar solo tres. Si se demuestra que tres de los embriones son normales y que los otros tres tienen una enfermedad genética, la mayoría de la gente estaría de acuerdo en que lo más lógico sería elegir los embriones sanos. Ahora supongamos que todos son normales, pero que tres de ellos vivirán más años y tendrán una salud mejor. ¿Cuál sería nuestra elección? Y si descubrimos que tres tienen una inteligencia superior a los demás, ¿cuáles implantaríamos en este caso? Harris razona que si tenemos a nuestra disposición un conocimiento de este tipo, debemos aprovecharlo al máximo. Algunos lo ven como una racionalización moderna de la eugenesia.

No solo los que otorgan derechos humanos al embrión en sus fases iniciales y los que se oponen al aborto apoyan la prohibición de esta técnica. La idea de «seleccionar» a los hijos ha provocado el rechazo en diversos ámbitos. Por un lado, hay personas que creen que la selección de embriones altera fundamentalmente la relación entre padres e hijos. Las criaturas pasan de ser un «regalo» a una «mercancía»: la capacidad de escoger una o más características de nuestros hijos convierte la paternidad en una transacción financiera con ciertas expectativas en cuanto al «producto» que hemos pedido. Además, la intención de descartar embriones con minusvalías genéticas (como la sordera en el caso de Dean y Tracey) se puede interpretar como un insulto a los individuos que sufren estas condiciones. Se ha propuesto que es la actitud de la sociedad hacia el minusválido la que crea los problemas de integración, más que los «defectos» en sí mismos. Por otra parte, los que defienden el diagnóstico preimplantacional contestan que la selección de embriones no debe verse necesariamente como un acto de desprecio hacia las personas que ya están vivas (véase el recuadro en la página anterior).

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