Читать книгу Aún no es tarde. Claves para entender y frenar el cambio climático онлайн

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Aquí encontraréis algunas críticas hacia la sociedad, pero también autocrítica hacia el colectivo científico y ecologista. A mí, si me lo permitís, también me gustaría hacer una al gremio al que pertenezco, el de los medios de comunicación. Es indiscutible la nula implicación para recriminar a las autoridades la poca atención que dedican al medio ambiente más allá de hablar del tiempo. Y mira que, cuando se empecinan, son capaces de todo. Cuando quieren hacer subir un partido político, lo suben. Y cuando quieren desinflarlo, lo dejan en los huesos.

Los medios de comunicación son capaces de las cosas más indignas, pero también de las que más nos enriquecen y dignifican como sociedad. Según un estudio, el 88 % de la población española reconoce no tener ningún problema con los homosexuales. Estamos por encima de Canadá o Dinamarca. Mal me estaría decirlo, pero aunque en su momento se los criticara por frívolos, a principios de los 2000 hubo un estallido de programas llamados «de testimonios» donde muchos de los invitados eran homosexuales y hablaban de sus experiencias con naturalidad. Lo sé porque trabajé en uno de estos programas en la antigua televisión valenciana. Esos diez años ‒en todo el Estado‒ de contenidos tan gayfriendly normalizaron la imagen de los gais. De hecho, personajes como Boris Izaguirre contribuyeron a darle glamur. En un país aún tan católico, la homofobia está mal vista. Y eso lo han conseguido, en gran parte, los medios de comunicación.

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