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INTRODUCCIÓN

Innovación social, emprendimiento social, ONG, economía solidaria, economía colaborativa, nuevos movimientos sociales y ciudadanía activa son términos que se han puesto de moda con la crisis. Se han sumado, como una nueva ola (o moda) terminológica, a las locuciones más asentadas en el ámbito científico, político y social como son tercer sector, economía social, sector no lucrativo, sector voluntario y cooperativismo. Conforman, todos ellos, respuestas innovadoras de la sociedad civil organizada a los problemas y necesidades de personas y territorios allá donde la actuación económica pública y la iniciativa empresarial capitalista fallaron. En su conjunto denominaremos a toda esta realidad socioeconómica como «tercer sector».

Las ciencias sociales, desde la economía a la sociología y la ciencia política, han abordado ampliamente este campo de estudio. Un momento de especial atención fue durante la anterior gran crisis, la «crisis del petróleo». En aquella época se acuñaron los conceptos de economía social y nonprofit sector, el primero oriundo de la Europa latina y el segundo del mundo anglosajón. Ambas visiones del tercer sector tuvieron como referentes dos países y dos proyectos sociopolíticos diametralmente opuestos. El primer referente fue Francia, donde cristalizó el primer movimiento de la economía social en Europa. Logró vertebrar a las asociaciones, mutualidades y cooperativas con una voluntad de ser un actor de transformación social en tiempos de crisis y, aun, de complementar y apuntalar un Estado de bienestar sólido. El segundo referente fue Estados Unidos, donde se instauró la reaganomics, basada en el despliegue de políticas de largo alcance de reducción de la intervención del Estado en las economías (también en asuntos sociales) y en un discurso basado en dar protagonismo a lo privado y la sociedad civil. Paradójicamente, la reducción de la intervención pública significó una reducción en los presupuestos públicos dirigidos al nonprofit sector americano, en la práctica, su particular política de austeridad presupuestaria, a la que se adaptaron las entidades que sobrevivieron, con una transformación estructural del sector en dirección hacia una mercantilización de su actividad. Emergía así el primer discurso de las empresas sociales. Con el tiempo, la ola que se inició en Estados Unidos se fue extendiendo al resto del mundo.

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