Читать книгу El fascismo de los italianos. Una historia social онлайн

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Durante el año que transcurrió entre la batalla de Caporetto y la victoria, también se extendió la violencia sufrida por la población civil, sobre todo en las provincias de las regiones de Friuli y Véneto. Un contingente de 800.000 soldados, sobre todo austriacos, húngaros y alemanes, ocupó un territorio habitado por cerca de un millón de civiles, lo que provocó alrededor de 600.000 prófugos, de los cuales menos de la mitad consiguieron refugiarse tras las nuevas líneas de batalla italianas. Hasta ese momento, únicamente las poblaciones italianas de frontera que pertenecían a los territorios del Imperio austrohúngaro habían vivido como prófugas, sobre todo en Austria. Esta ocupación fue tan dura precisamente porque tuvo lugar durante el último año de la guerra: a los saqueos italianos y enemigos después de la retirada de Caporetto se sumó una ocupación predatoria, debida también a la escasez general de bienes de primera necesidad, especialmente en Austria, que hizo que los territorios ocupados no solo alimentasen a las tropas ocupantes, sino que también contribuyesen a que no muriesen de hambre las regiones de las que provenían. El clero, que a menudo era la única autoridad que permanecía en el territorio ocupado, asumió una función de mediación durante aquellos meses; si bien su comportamiento fue exaltado por algunos ambientes, en otros, como la clase política laica y patriótica de la posguerra, su acción fue interpretada con hastío al ser sospechosa de haber acogido con simpatía a los austriacos católicos y de haber colaborado con ellos por hostilidad hacia el Estado italiano. Los volúmenes de las Relazioni alla Reale Commissione sulle violazioni del diritto delle genti commesse dal nemico, publicados entre 1919 y 1921, sostenían, basándose también en testimonios recogidos, que el «nuevo enemigo», el ocupante alemán, fue más temido y demonizado que las tropas austriacas, porque estas eran más conocidas en las tierras que habían dominado hasta hacía cincuenta años. La memoria colectiva que se había construido en las provincias ocupadas tendía a representar a las tropas alemanas todavía arrogantes y sometidas al orden y la disciplina, mientras que recordaba al ejército austrohúngaro ya exhausto por la guerra en 1918 y por lo tanto más similar, por estar más afectado por la tragedia bélica, a la población a la que ellos sometían. Después, al fascismo le resultó difícil extirpar de estas tierras el estereotipo popular que la gente conservaba de los alemanes para presentarlos como los nuevos aliados.

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