Читать книгу María Cambrils. El despertar del feminismo socialista (biografía, textos y contextos (1877-1939) онлайн

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Veinte siglos de dominio románico sobre las conciencias, son tiempo más que suficiente para evidenciar el criterio cerrado que siempre tuvo la iglesia romana contra la libertad de las mujeres.

Invita a vencer los prejuicios porque

relegar a las mujeres a los simples menesteres de la aguja y a las funciones naturales de la maternidad, nos parece, no ya solo el colmo del egoísmo masculino, sí que también solemne estupidez, que merece toda la acritud de nuestro reproche.

Estima que los compañeros socialistas defienden las justas reivindicaciones femeninas, aunque hombres que se denominan socialistas se comportan con indiferencia e incluso hostilidad.

Repetidamente pone de manifiesto la necesidad de que las mujeres nos organicemos. En su artículo «Manos a la obra» y en otros textos considera que «para lograr la justicia social las mujeres debemos cooperar reforzando las Agrupaciones femeninas socialistas existentes y organizarlas donde no existan». En este y en otros textos trasmite una experiencia interesante de organización al referirse a las agrupaciones creadas en la primera década del siglo pasado, dentro de las cuales, dice, «caben todas las mujeres anhelosas de la reivindicación de sus derechos». Se refiere al apoyo mutuo, aunque se manifiesta en contra del feminismo catequista y de las propuestas católicas y neutras. En numerosas ocasiones plantea controversia con mujeres significativas o que considera representativas de un feminismo «amorfo» porque entiende que no defienden realmente los derechos de las mujeres. Denuncia la doble moral sexual, los matrimonios de conveniencia, causa de la discriminación, subordinación insoportable, y se refiere a todo lo que la mujer pierde con el matrimonio indisoluble, la manifestación más dramática de la desigualdad que denominamos violencia de género. Exige la investigación de la paternidad, y defiende una ley de divorcio que no se aprobó, como es sabido, hasta la Segunda República. Fue también defensora del sindicalismo de clase.

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