Читать книгу Cómo ser un imán de atracción онлайн

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Bueno, es cierto que las mujeres tienen orgasmos más largos que los hombres. Las mujeres son multiorgásmicas y poliorgásmicas, se pueden ‘venir’ varias veces y de distintas formas: está la penetración, que es una forma básica; estimulación del clítoris, normal; estimulación anal, normal; estimulación de piel, normal; estimulación cuando le hablan al oído, genial… Y se pueden venir y mantenerlo, se pueden venir y electrocutarse allá arriba. Maravilloso.

En fin, como puedes notar, las mujeres tienen muchas formas de venirse, pero desafortunadamente, como en la mayoría de los casos, pueden no alcanzar el orgasmo y no es culpa de ustedes, sino que casi siempre es él quien no les da la talla. Y es muy curioso, porque existe esa idea de empoderar a las mujeres desde el cuerpo y desde su sexualidad, y puede ser fácil decir: empecemos a cambiar. Aunque ocurre que socialmente ‘el polvo’ se acaba cuando el tipo se viene, y él suele hacerlo cuando ustedes están lejos de venirse. ¿Te ha pasado?

El hombre tiene una desventaja, y es que solo se puede ‘venir’ de tres formas: la estimulación del pipí, que es básica; la estimulación de la próstata, que tiene involucrado un tema interno y profundo que el machismo no nos permite aceptar. Porque si has explorado ir por el «camino al sur» de un hombre con quien no había mucha confianza, lo más probable es que te hayas encontrado con una reacción en la que apretó nalga y te miró con seriedad... Como con una cara de preguntarte: «¿Qué haces?». Y aquí te voy a contar algo que les pasa a muchos en ese momento. Aunque sé que la mayoría no lo aceptarán por pena, pero es algo muy real; entran en un conflicto tremendo porque les aflora una voz interna que dice: “Oye, esas cosquillas estuvieron muy interesantes…”. Y seguro que en ese momento piensan: “Ufff... ¿dejo que siga o no?”. La tercera es cuando nos hablan al oído. A las mujeres con esa les va fantástico, pero a nosotros, si nos venimos así, nos creemos eyaculadores precoces. Ese estigma nos afecta tanto que en ocasiones nos ponemos un poco trágicos.


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