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SÓCRATES. —Luego tú consideras aquellas partes de ti mismo, que causan el mal voluntariamente, como mejores que las que le causan involuntariamente.

HIPIAS. —Sí, esas que acabas de nombrar.

SÓCRATES. —¿No es también cierto respecto a todas las demás partes, por ejemplo, los oídos, la boca, la nariz y los demás sentidos? De suerte que los sentidos que funcionan mal involuntariamente no son en manera alguna apetecibles, porque son malos; mientras que los que funcionan mal voluntariamente, lo son, porque son buenos.

HIPIAS. —Por lo menos así me lo parece.

SÓCRATES. —Y con respecto a instrumentos, ¿cuáles son aquellos de que mejor debemos servirnos, de los que causan el mal involuntariamente o de los que lo causan voluntariamente? Por ejemplo, el timón con que uno gobierna mal a pesar suyo, ¿es mejor que aquel con que se gobierna mal voluntariamente?

HIPIAS. —No, el mejor es el último.

SÓCRATES. —¿No debe decirse otro tanto del arco de la lira, de las flautas y de los demás instrumentos?

HIPIAS. Tienes razón.

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