Читать книгу El no alineamiento activo y América Latina. Una doctrina para el nuevo siglo онлайн

10 страница из 118

Y como han señalado Deciancio y Tussie (2019), el regionalismo no fue inventado en Europa. Lo fue en la América morena. Desde los albores de la independencia, a comienzos del siglo XIX, el proyecto regional fue visto como plataforma para esa tan ansiada autonomía. La noción de Patria Grande corre como hilo conductor desde entonces hasta nuestros días, con alzas y bajas, sufriendo embates de todo tipo, pero siempre resurgiendo con renovado ímpetu. En su expresión más reciente, esto es, en las últimas seis décadas, este regionalismo ha tenido ciertas características sui generis, que le han dado su sello (Briceño Ruiz, 2019). Si bien la vocación regionalista ha fluctuado, y la regla ha tendido a ser que es bien vista por los gobiernos progresistas y mirada con recelo por los conservadores, no dejan de darse ciertos elementos comunes.

La primera de ellas es la afirmación de la identidad latinoamericana. En contra de una escuela que tiende a negar incluso la propia existencia de tal cosa, sosteniendo que todo lo que hay es un puñado de países vecinos, muy distintos entre sí, los impulsores de las distintas entidades regionales parten de la base de la existencia de una comunidad que comparte una historia, un pasado colonial, una condición mestiza, y, en la mayoría de los casos, una lengua y una religión –el “extremo Occidente”, en la expresión de Alain Rouquié (1989).

Правообладателям