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Declaración de Méjico sobre las políticas culturales (UNESCO, 1982)
La Internet ha cambiado fundamentalmente las realidades prácticas y económicas relacionadas con la distribución del conocimiento científico y el patrimonio cultural. Por primera vez en todos los tiempos, la Internet nos ofrece la oportunidad de construir una representación global e interactiva del conocimiento humano, incluyendo el patrimonio cultural, y la perspectiva de acceso a escala mundial.
Declaración de Berlín, aprobada el 22 de octubre de 2003, por representantes de varias instituciones europeas, convocados por la Sociedad Max Planck
ÍNDICE
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Charles Townley y amigos en su biblioteca de Park Street, Westminster
INTRODUCCIÓN
Los trabajos de catalogación han gozado en los últimos tiempos de una especial atención por parte de los profesionales de los museos y otras instituciones poseedoras de patrimonio cultural. A partir de estos estudios se han elaborado informes y documentos, a veces muy complejos, que intentan organizar y superar las dificultades que presenta esta disciplina, ya sea en el ámbito de los museos estatales, o en espacios de trabajo mucho más reducidos y limitados. Hace algunos años, cuando se empezaron a sistematizar estos procesos, los inventarios y catálogos fueron confeccionados de manera muy desigual, con personal diverso y, por lo general, con pocos medios. En este mismo sentido, y durante mucho tiempo, las tareas de catalogación han estado mal consideradas, como un simple apoyo a trabajos más sofisticados y eruditos en cuanto al estudio de la Historia del Arte se refiere. Esto dio como resultado una mala catalogación de parte importante del patrimonio cultural y artístico. Mientras que en otras disciplinas humanísticas era posible observar ciertos avances, el de la catalogación era un apartado muy secundario, que parecía no tener instrumentos de valoración objetiva. Como resultado de estas prácticas tan poco edificantes se fueron nutriendo de errores e incorrecciones gran parte de los primeros inventarios y catálogos. A veces se intentaba avanzar con escasos medios y el compromiso desinteresado de algunos profesionales que se veían obligados a saber de casi todo. Esta forma de trabajo, como era natural, produjo un resultado desigual. Pero a pesar de esto, y con el tiempo, la catalogación de obras de arte (y resto de un patrimonio cultural muy diverso y en ocasiones muy poco valorado) fue adquiriendo importancia dentro del abanico de posibilidades laborales, tan reducidas por otra parte en el panorama de los historiadores del arte noveles.