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Entonces ante este problema, debemos delegar a alguien la tarea de “generar” el dinero equivalente, esperando y confiando ciegamente que lo haga de forma responsable y con ello, que lo “RESPALDE”.

Sin duda, algo tan valioso sólo se le puede asignar a personas buenas y con los mejores deseos para todos, libres de toda tentación, incluso la de crear dinero para ellos mismos. ¿O no? Bueno pues, los encargados de esta “estresante” labor son los Estados-nación (los políticos) y los bancos (usureros).

(Aquí quiero aclarar que, por Estado, me refiero al grupo de personas que se benefician directamente de él; ya que desafortunadamente, la estructura de poder sobre determinado territorio y población, que representa un Estado, se ha concentrado en pequeños grupos políticos que aprovechan dicha estructura para utilizarla como un mecanismo de extracción de riqueza).

El Estado es, como espero puedas intuir, el monopolio territorial con el derecho a gravar a sus ciudadanos. El Estado es quien tiene la posibilidad legal de extraer y quitarnos nuestro tiempo y energía por medio del dinero; a causa de que, el Estado, se “auto atribuye” que merece cobrar muchos favores de sus ciudadanos. En estricto sentido, la moneda de curso legal es un sello de aprobación del Estado que mágicamente convierte pedazos de papel de la nada en dinero y que la gente debe aceptar.

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