Читать книгу Puerto Vallarta de película. Cine, imaginario urbano y desarrollo local онлайн

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Pero volviendo al primer asunto, es claro que la cantidad de ciudades que albergan estudios y productoras de películas, es mucho menor que las ciudades susceptibles de convertirse en escenarios fílmicos, y también, desde luego, mucho menor que el número de ciudades con locaciones que han sido efectivamente filmadas. Prácticamente toda capital o ciudad importante, en algún sentido, ha ofrecido lugares convenientes para escenificar episodios de películas y contribuir con imágenes ad hoc a la narrativa visual que luego se proyecta en la pantalla (la “grande” y la “pequeña”, si se añade la TV). Conforme se diversifican los géneros cinematográficos y se multiplican las historias y narrativas fílmicas, así se han ido abriendo las posibilidades de cada vez más ciudades para contribuir con elementos de su paisaje a la concreción espacial de la diégesis cinematográfica, en sus distintos géneros y tramas, enriqueciendo con ello al cine en general.

En este sentido, se puede hablar, a grandes rasgos, de Ciudades de la Industria cinematográfica (como las anotadas en el cuadro precedente), de Ciudades Escenario de películas (sin industria), y de ciudades que conjugan ambos aspectos. De las enlistadas, quizás Hengdiang, Ouzazarte, Iver Heath, Culver City, Tucson o Rosarito B.C. podrían nombrarse como ejemplos de ciudades con estudios, pero sin o con poca experiencia como escenarios fílmicos. Ciudades cinematográficas sin estudios internacionales o industria, pero que han servido reiteradamente de escenarios importantes, la más obvia es Nueva York, pero también se pueden agregar muchísimas más ciudades y metrópolis importantes, como Buenos Aires, Río de Janeiro, Acapulco, Dublín, Montreal, Casablanca, Lisboa, Puerto Vallarta, San Francisco, Nueva Orleans, Sevilla, Dubrovnic, San Petersburgo, Brujas, Saigón, Venecia, Tokio, Pekín, Sídney, Viena, Florencia, Estambul, Ciudad del Cabo, Tánger, El Cairo o Jerusalén, por mencionar algunos ejemplos de entre una lista enorme. Por último, los ejemplos más emblemáticos de ciudades que combinan ambos aspectos serían París, Berlín, Los Ángeles, Moscú, Roma o Londres y, en mucha menor medida, Madrid, Belfast o México.

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