Читать книгу La democracia a prueba. Elecciones en la era de la posverdad онлайн
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El que exista mayoría en el Congreso sin haber cosechado la mayoría en las urnas implica que los partidos del gobierno estén sobrerrepresentados en el Poder Legislativo, mientras que la oposición esté subrepresentada; esto es, que se dé una disonancia entre la voluntad popular expresada a través del sufragio y el reflejo de ese mandato en la conformación del parlamento. O, para decirlo de forma más llana, la minoría de votos acabó convirtiéndose en mayoría parlamentaria y viceversa: la expresión mayoritaria de los ciudadanos terminó por ser minoría en el Congreso.
El porqué de esta alteración entre votos y escaños se explica, en la Cámara de Diputados, por dos razones: primera, porque la Constitución (artículo 54, párrafo V) permite una diferencia de hasta ocho puntos entre el porcentaje de diputados y el porcentaje de votos recibido y, segunda, porque los convenios de coalición dan pie –como se explica en el capítulo sobre resultados electorales de este libro– a que se vulnere el tope de 8% de sobrerrepresentación previsto en la carta magna. En el Senado, que se conforma por 96 senadores electos en las 32 entidades y 32 legisladores más de representación nacional, la fuerza política más votada en cada entidad federativa recibe dos de tres senadores (el 66.7%), lo que favorece la sobrerrepresentación del primer lugar en detrimento de la expresión de las minorías. La lista nacional atempera esa sobrerrepresentación, pero vulnera la esencia del pacto federal al desviar el propósito de que cada entidad federativa tenga el mismo número de senadores.