Читать книгу Lecciones sobre economía mundial. Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales онлайн
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Este panorama, del que los países productores y exportadores de petróleo sacaron un limitado provecho, indujo, antes de concluir la década de 1970, a políticas coordinadas por parte de los países industriales para salir de un atasco que dejó en muchos, como saldo, mayores tasas de desempleo, junto con un justificado temor a la inflación y al déficit público (y, en general, a las formas de política económica ideadas en períodos anteriores para dominar el ciclo). Recelo que guio en las dos décadas siguientes –de camino hacia una «cultura de la estabilidad» internacional– el manejo de sus políticas monetarias y fiscales.
Las dos décadas finales del siglo XX, favorecidas por un declinante precio real del petróleo, fueron testigos de la recuperación, e incluso ampliación, de los ritmos seculares de crecimiento económico, bajo un mayor predominio y desarrollo de los mercados, en particular los financieros, sujetos, en todo caso, a mayores oscilaciones. La volatilidad de estos mercados ha corrido paralela a su interconexión electrónica y al desmantelamiento general de los controles de capitales, dejando en diversas ocasiones a los países de más débiles fundamentos económicos a merced de las fluctuaciones de los mercados de divisas o de valores, como sucediera repetidamente, en los decenios de 1980 y 1990, en Latinoamérica y en Asia. La crisis posterior de las hipotecas subprime, desatada a partir del verano de 2008 –y en cuyo origen están, entre otros factores, los excesos de la ingeniería financiera–, se gestó, en cambio, en el corazón mismo del sistema, afectando rápida y gravemente a todos los países, comenzando esta vez por los más desarrollados. Una crisis que ha tenido respuestas distintas a ambos lados del Atlántico, particularmente en el uso de la política monetaria: más rápida y resuelta la de la Reserva Federal norteamericana que la del Banco Central Europeo, tanto en el uso de las medidas convencionales (bajadas de los tipos de interés oficiales) como en las no convencionales de inyección de liquidez (QE o expansión cuantitativa).