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La conjura del Escorial hizo posible que las ambiciones de Napoleón en España alcanzasen plena virtualidad. Con José I en el poder y los sucesos del dos de mayo, se permitió la descomposición de una administración militar que desde hacía algún tiempo andaba ya descabezada.

Sin embargo, ante ese ejército sin cabeza, y como consecuencia de la invasión extranjera surgen las Juntas Militares que, desde los primeros momentos, demandan un mando único y la plasmación de sus postulados en una Constitución liberal que se pariría en la sitiada ciudad de Cádiz el 19 de marzo de 1812, amparados por la única legitimidad del pueblo en armasssss1.

La Guerra de Independencia supuso en lo castrense, también, una descomposición de la tradición militar absolutista, con renovación de las bases sociales, donde el mando y la jerarquía militar ya no obedecía, únicamente, a la casta o filiación nobiliariassss1178. Como señala Blanco Valdés, se trató de “un proceso de profunda transformación estructural en el seno del ejército borbónico, que de realista mental devino en incipientemente nacional y formalmente igualitario”ssss1. La recompensa con ascenso a “villanos” durante la Guerra de Independencia acentúa la confusión de estados habilitada desde la Ordenanza de 1768, confusión que pervive hasta los Decretos de 21 y 28 de septiembre de 1836 donde se suprimen definitivamente las pruebas de nobleza para el ingreso en el ejército y en la marina, y la tradicional identificación entre oficialidad y nobleza. De esta forma, el inicial carácter aristocrático de la oficialidad del ejército acabó por adaptarse a los cambios que la sociedad española experimentaba y la burguesía pronto concibió la carrera militar como un claro vehículo de promoción socialssss1.

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