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19 de febrero

Esperando a Godot

«Con toda mi alma espero al Señor, y confío en su palabra. Yo espero al Señor más que los centinelas a la mañana. Así como los centinelas esperan a la mañana». Salmo 130: 5, 6

Esperando a Godot es una tragicomedia escrita a finales de la década de 1940 por Samuel Becket. La obra se divide en dos actos y en ambos aparecen dos vagabundos llamados Vladimir y Estragón, que esperan en vano junto a un camino a un tal Godot, con quien tienen una cita. El lector nunca llega a saber quién es Godot, o qué tipo de asunto van a tratar con él. En cada acto, aparecen el cruel Pozzo y su esclavo Lucky, seguidos de un muchacho que hace llegar el mensaje a Vladimir y Estragón de que Godot no vendrá hoy, «pero mañana seguro que sí». Esta trama, que intencionalmente no tiene ningún hecho relevante y es altamente repetitiva, simboliza el tedio y la carencia de significado de la vida humana, tema recurrente del existencialismo.

Aunque Becket siempre lo negó categóricamente, muchos interpretan a Godot como un símbolo de Dios y lo inútil que resulta esperar que él resuelva todos los problemas de la humanidad. Desde esta perspectiva, los cristianos seríamos simplemente «vagabundos» que colocamos nuestras esperanzas en un mito. El final de la obra resume con claridad lo tedioso y repetitivo de la existencia humana:

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