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Y por último, las demandas de interacción, un espacio diseñado en el momento de ser visto, donde se encuentre en mí confianza, compañía, fiabilidad, que en el momento que se aparezca un ser delante de mí sepa que esperar y que llevarse, que exista esa coherencia de todo lo acá trabajado, que pueda ver la luz y la sombra en una danza equilibrada, sinuosa, que pueda entender que de acá solo saldrá la mejor versión de mí, “Y solamente mientras cumplamos con ese compromiso seremos merecedores de los derechos que nos pueda suponer el disfrute de una determinada identidad, pues la identidad sólo se puede mantener en la medida en que es apoyada por los otros interactuantes, que son los que han de validar esa pretensión identitaria.” (Juan Carlos Revilla, 2003).
Ha sido un camino largo y provechoso el de llegar hasta este punto y poder resignificar como puedo salir ante el mundo, ser visible, dar a conocer mis características de identidad, además de mostrar todos mis dolores honrándolos por lo valiosos que fueron y abriéndome a ser visto desde la integración de mi luz y mi sombra, pero esto encontrado y trabajado solo es el inicio de un constante camino de transformación, hoy encuentro todo lo expuesto, más adelante habrá algo nuevo, así que por este momento debo decirles que acabo de terminar de empezar.