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Una vez que ya no prestan un servicio encarnados en el plano físico, a pesar del hecho de que siguen eternamente prestando un servicio al amor, por ende, siguen sirviendo a sus hermanas y hermanos, incluso con un grado mayor de comprensión del amor y de unión con Cristo, comprenden que el supremo conocimiento es eterno y por esto siempre lo conocen. En ese entendimiento, acerca de la vastedad inasible de la verdad, descansan en paz y maravillados al ser eternamente sorprendidos por la grandeza de la sabiduría del amor. Lo que pueden llegar a conocer deja de ser percibido como una carencia para pasar a ser entendido como lo que es, un constante conocer a Dios, más y más en un creciente saber hermoso, sereno y santo. Dicho llanamente, toman plena consciencia de la infinitud de la verdad.

III. Contrastes en la luz

Los millones y millones más de hermanas y hermanos que por todo el mundo van viviendo sus vidas humanas siendo los iluminados de Dios, los que encontraron al amor, pertenecen a todo tipo de entorno social, religioso, filosófico, moral y de cualquier otra índole. Casi ninguno es muy conocido porque el ser un santo célebre es simplemente una opción entre varias. No todos eligen ese camino, ni es necesario. En efecto, esos son los menos, de lo contrario no serían célebres.

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