Читать книгу Desde el Mar онлайн
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En la proa de la embarcación. Había dibujado el rostro del Che Guevara, muy de moda en esos años. Con un cuchillo empezamos a borrar la imagen, la cual se desprendió rápidamente por la humedad de la embarcación de madera, tras lo cual pusimos el ancla encima.
Casi al llegar a tierra, vimos cómo se llevaron a un pescador, que al parecer estaban esperando, para poner fin a una triste jornada de trabajo. Los días siguientes, después del golpe de Estado, eran una agonía, al no tener noticias certeras de lo que pasaba, además del toque de queda y otras restricciones, para ir a trabajar, teníamos que solicitar un permiso de zarpe, en la capitanía de puerto, por ser jurisdicción de la Armada.
Después del golpe de Estado, seguí a medias mi carrera en la universidad, becado por el gobierno derrocado, en la modalidad de alumno vespertino, la sede de la universidad estaba a una hora de camino, para llegar, tomaba dos micros.
Descansaba pocas horas, con tal de lograr mi objetivo, algunas veces me dormía, con el remo en la mano, mientras hacíamos nuestro recorrido en las frías madrugadas, mis compañeros, sabiendo la causa, me despertaban amablemente, con un puñado de agua salada y seguían remando como si nada. Después de recuperar el ritmo monótono, en el espejo de agua de la madrugada, éramos un motor de cuatro hélices, fallaba una y quedaba la escoba, las otras tres quedaban sin dirección, por lo que, había que coordinar el ritmo nuevamente y seguir remando en línea recta, hasta el otro lado de la bahía.