Читать книгу El Pueblo del hielo 10 - Tormenta de invierno онлайн

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Tristan tenía quince años y las preocupaciones propias de alguien de esa edad. Había crecido y se había convertido en un muchacho desgarbado lleno de unos rizos castaños que detestaba. «Qué dulce», decían las damas de la corte danesa. «¡Parece un querubín!». Aunque no había nada muy angelical en Tristan. Estaba en mitad de la pubertad así que tenía acné y se sonrojaba sin querer. Le sudaban las manos y miraba con curiosidad y anhelo a todas las chicas, desde la desaliñada de doce años que cuidaba de los cerdos, hasta las perfumadas mujeres maduras de la corte. Por la noche, tenía sueños eróticos que lo hacían morir de vergüenza. Hacía su propia cama para que las criadas no descubrieran las manchas en las sábanas. Detestaba su voz, que siempre soltaba gallos cuando quería aportar un comentario maduro y reflexivo en una conversación.

Mientras el barco proveniente de Dinamarca se aproximaba a la orilla, Kaleb sabía que no podían atracar en el puerto de Cristiania con tanto maíz escondido a bordo porque no les permitirían conservar el cargamento demasiado tiempo. Así que atracaron en una bahía lo más cercana posible a Graastensholm. En un giro del destino —o por causas naturales— era el mismo sitio donde Kolgrim una vez había engañado al pequeño Mattias en un bote, aunque Kaleb y Tristan no lo sabían. Tenían caballos de Graastensholm, Lindealléen y Elistrand. Con ellos llevaron el cargamento a casa protegidos por la oscuridad.

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