Читать книгу 100 Clásicos de la Literatura онлайн

3 страница из 1361

Mi familia ha gozado, desde hace tres generaciones, de influencia y bienestar en esta ciudad del Medio Oeste. Los Carraway son como un clan, y existe entre nosotros la tradición de que descendemos de los duques de Buccleuch, pero el verdadero fundador de nuestra rama familiar fue el hermano de mi abuelo, que llegó aquí en 1851, pagó por que otro fuera en su lugar a la Guerra Civil, y fundó la empresa de ferretería al por mayor de la que hoy día se ocupa mi padre.

No llegué a conocer a mi tío abuelo, pero dicen que me parezco a él, especialmente al adusto retrato que mi padre tiene colgado en su despacho. Terminé los estudios en New Haven en 1915, exactamente un cuarto de siglo después que mi padre, y poco más tarde participé en esa abortada migración teutónica conocida como la Gran Guerra. Disfruté de tal modo la contraofensiva que volví lleno de desasosiego. El Medio Oeste ya no me parecía el centro candente del mundo, sino el último y miserable confín del universo, y decidí irme al Este y aprender los secretos de la compraventa de bonos. Todos mis conocidos se dedicaban a los bonos, así que pensé que el negocio podría mantener a uno más. Mis tías y mis tíos debatieron el asunto como si me estuvieran buscando colegio, y por fin dijeron: «Bien, bien…, sí», muy serios, con expresión de duda. Mi padre aceptó financiarme durante un año y, después de varios aplazamientos, me fui al Este en la primavera de 1922, para siempre, o eso creía.

Правообладателям