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Tiempo de la ciencia y tiempo filosófico

Lejos de ser puramente literarios, estos momentos fugaces tienen una larga historia que impacta en la epistemología del siglo veinte. Según la filósofa de las ciencias Jimena Canales (2009), la conciencia de esas pequeñas magnitudes de tiempo y la capacidad para medir algo tan breve como una décima de segundo, trastocaron nuestra forma de percibir el mundo. Pero las mediciones no involucran solo un problema de precisión científica o un problema técnico en la invención de instrumentos como el reloj de muñeca, la fotografía o el cine, –nos dice Canales– sino que también atañen a cuestiones más amplias sobre el rol de la ciencia dentro de la cultura moderna: “Es simultáneamente un problema de la ciencia y sobre la ciencia, tanto científico y tecnológico como epistemológico, filosófico y cultural” (2009, p. 6).

Una polémica ocurrida a comienzos del siglo veinte entre Albert Einstein y Henri Bergson explica mejor este problema. Corría el mes de abril de 1922 en París cuando ambos intelectuales se encontraron en la Sociedad Francesa de Filosofía para discutir sobre los efectos de la teoría de la relatividad en los conceptos de tiempo y de simultaneidad. El debate fue determinante no solo en la concepción de tiempo triunfante a partir de entonces, sino también en el establecimiento de una jerarquía epistemológica de saberes y disciplinas. La historia se retrotrae hasta mediados del siglo diecinueve cuando, a pesar de que la capacidad científica, tecnológica e instrumental para medir y registrar el tiempo fue adquiriendo cada vez más sofisticación, la existencia de ciertos momentos fugaces –décimas de segundos– aún interrumpían la precisión. En el debate entre Bergson y Einstein, el físico desdeña la importancia de estos breves momentos que interrumpen el flujo homogéneo del tiempo y, luego de dividir el modo de pensar el tiempo en tres categorías –físico, psicológico y filosófico– desestima los argumentos de Bergson y le dice que el tiempo filosófico no existe. Según Canales (2009; 2015), con esto Einstein está diciendo algo acerca del tiempo, pero sobre todo está tratando de disminuir el rol de la filosofía para hablar de estas cuestiones. Bergson no era ingenuo ni le faltaba inteligencia y repetidamente había reconocido y aceptado la teoría de la relatividad desde un punto de vista científico, pero consideraba que, desde un punto de vista filosófico, el concepto del tiempo de la física era limitado. Él insistía en que, dado que la experiencia se nos presenta bajo aspectos diferentes, es necesario que se mantengan modos de saber de naturaleza también diferentes y complementarios3.

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