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A quién queremos mostrarnos

A esto se le suele llamar selección del público objetivo, que obliga a segmentar, es decir, a elegir nuestras personas y grupos de referencia, aquellos a los que nos debemos por voluntad o por obligación, y es que la sociedad y el mundo laboral imponen sus normas y no somos tan fuertes como para contravenirlas. La primera tentación es querer abarcar lo máximo, ¿cómo vamos a desechar a unos a favor de otros? Nos gustaría agradar a todos, pero no funciona así. Abarcar mucho, lo dice el aforismo, es también apretar poco, y eso no queremos, aspiramos a dejar nuestra huella, deseamos que se nos identifique y reconozca.

Por tanto, definamos a quién pretendemos seducir, si eso no es mucho decir, o con quién queremos compartir, entendernos y caminar por la vida, que parece una declaración más atinada. No olvidemos dónde estamos, en la definición de objetivos. Definir a quién dirigirnos forma parte del asunto.

¿Podemos hacerlo?

No perder el contacto con la realidad es, ya se ha dicho, elemental. Tampoco renunciemos a los sueños. El cantante Miguel Ríos, refiriéndose al álbum Rock and Ríos, grabado en directo en marzo de 1982, afirmaba: «Lo hicieron porque no sabían que era imposible». Reminiscencias de una primavera anterior, la de mayo del 68, en la que se escribía por las paredes «Bajo los adoquines, la playa», «La imaginación toma el poder» o «Sed realistas, pedid lo imposible».

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