Читать книгу Tú comunicas. Los secretos de la comunicación a tu alcance онлайн

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Definir a nuestros competidores no es cosa sencilla y, dependiendo de la actividad, incluso inconveniente. Tendemos a fijarnos en la gente más visible y compararnos en su nivel. Así es fácil que salgamos perdiendo. Si tenemos una pequeña boutique, ¿cómo vamos a medirnos con la misma vara que un gran almacén? Puede que te lo pida el cuerpo de entrada, pero no. Se dirá, y con razón, que no es lo mismo tratar sobre industria o comercio que sobre personas. No podemos negar que las personas, todas, tienen los mismos derechos y las mismas oportunidades. Eso lo dicen las escuelas de negocios, los gurús mediáticos y los gobiernos. Y es verdad… a veces. Mientras, algunos sacan buen provecho del asunto. Por si acaso, vamos a atisbar arriba con el rabillo del ojo, pero mirar de frente hacia aquello que nos compete e interesa. Nada nos obliga a ser el number one, el incansable luchador, el infalible profesional y todos esos roles ganadores que son buenísima cosa, pero que a veces, muchas, nos alejan de la vida. De la vida que hemos decidido compartir con otros, disfrutar en su medida justa y también necesaria. No siempre compensa la ansiedad, insatisfacción y recelo a la que a menudo nos condena eso que llaman competitividad. Y si te resistes eres indolente y débil, mala índole para estos tiempos de orgullosos y mediáticos triunfadores.

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